Firmes en la fe
En nuestra cultura hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva….
El apóstol Pablo recuerda el poder de Cristo muerto y resucitado. Este misterio es el fundamento de nuestra vida, el centro de la fe cristiana. Todas las filosofías que lo ignoran, considerándolo “necedad”, muestran sus límites ante las grandes preguntas presentes en el corazón del hombre. … Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo que más atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso a los enemigos, y compartir este amor con los hermanos más pobres y en dificultad.
La cruz nos da miedo porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el “sí” de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazón de Jesús abierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta mirar al Crucificado. Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva. Sin Cristo, muerto y resucitado, no hay salvación. Sólo Él puede liberar al mundo del mal y hacer crecer el Reino de la justicia, la paz y el amor, al que todos aspiramos. (Mensaje del S. Padre Benedicto XVI para la XXVI Mundial de la Juventud 2011)
ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
- Texto Bíblico: Col 2. 1-7 - Pasos para la lectio divina
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
« Quiero que sepáis el duro combate que sostengo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que me conocen personalmente, para que se llenen de ánimo sus corazones y, estrechamente unidos en amor mutuo, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y el perfecto conocimiento del misterio de Dios, que es Cristo. En él están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Lo digo para que nadie os engañe con argumentos capciosos, pues, aunque corporalmente estoy ausente, mi espíritu está con vosotros, alegrándome de veros en vuestro puesto, firmes en vuestra fe en Cristo. Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, permaneced unidos a él, arraigados y edificados en él, afianzados en la fe que os enseñaron, y rebosando agradecimiento».
- ComentarioQuiero que sepáis el duro combate que sostengo por vosotros… que nadie os engañe con argumentos capciosos
Pablo combate con su carta y sus oraciones para que los cristianos de Colosas resistan a las herejías y para que logren un conocimiento profundo del misterio de Dios, que es Cristo. Porque una fe débil e inmadura, que oscila entre la verdad y el error, con facilidad y rapidez es víctima de la herejía. Para resistir a la herejía, los colosenses tienen que mantenerse estrechamente unidos en el amor mutuo. Solamente una comunidad unida con auténtico amor fraternal podrá resistir a la herejía.
Ya que habéis aceptado a Cristo…, permaneced unidos a él, arraigados y edificados en él,
La raíz tiene que penetrar profundamente en la tierra, para poder dar sostén y alimento al árbol. El terreno de la comunidad cristiana es Cristo, en él arraigó la comunidad como en su suelo vital. Este fundamento está puesto para siempre, no puede ponerse ya ningún otro.
La fe se mantendrá firme en los colosenses, si perseveran en ella, según se les «enseñó». El verdadero contenido de la tradición apostólica es el mismo Jesucristo; con la fe han recibido a Cristo, sobre todo como su «Señor», a cuyo servicio están ahora y que les hace participar en su gloria y sabiduría. Por eso deben caminar también en él, orientar hacia él toda su vida religiosa y moral. Así pues, hay un determinado estilo de vida cristiana que tiene su origen en el mismo Evangelio y que en las comunidades cristianas se transmite con la fe.
Rebosando agradecimiento.
La fe verdadera y auténtica tiene que perfeccionarse en la acción de gracias. El creyente sabe que ha sido salvado, y por eso nunca cesa de dar gracias.
Padre bueno, Jesús nos dijo:”La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”.
Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”.
Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad, te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor.
Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
«Que vienen tiempos borrascosos, persecuciones, hasta hambres y otras necesidades; ¿qué importa? La persona que sigue abrazada con la cruz de Cristo, en todos tiempos Cristo la salva y la honra». (J. Usera)