“Rogad al Dueño de la mies…” ”
La llamada del Adviento
¡Comienza el adviento! En este tiempo la Iglesia clama: “¡Ven, Señor Jesús!”, con la certeza de que Él ya está: “Yo estoy con vosotros…” y en la espera gozosa de su plena manifestación.
La Palabra de Dios orienta nuestro itinerario y nos llama a:
1. La oración-contemplación: (Lc 21, 25-28. 34-36) Orar es entrar en la realidad con hondura mirándola con la mirada amorosa de Dios. La oración nos lleva a la vigilancia ante la realidad: a examinarlo todo. La contemplación es permanecer en pie ante Jesucristo y dejarnos mirar por Él y mirarlo. La oración es una llamada a abrirnos a Cristo.
2. La conversión: (Lc 3, 1-6) La persona, afectada por el pecado, necesita dar una versión nueva a la vida: la que ofrece Jesucristo. Somos la comunidad de discípulos que se convierten al Señor y viven como personas nuevas. El adviento nos invita a la conversión a Dios y a los hermanos y a acoger su misericordia.
3. Comunión en el Amor: (Lc 3, 10-18) La persona necesita la fuerza del amor para entenderse a sí misma y ser comprendida por los demás. El adviento nos convoca a construir la comunión para hacer creíble el mensaje del Evangelio y nos llama a ser personas de comunión, de la comunión que nace del amor de Dios y que ve siempre en el otro a un hermano, porque es hijo de Dios.
4. Compromiso: (Lc 1, 39-45) Dios nos coloca en el camino hacia los otros. El compromiso pasa por acoger y servir a todos, asumir el reto de la evangelización, la familia, los jóvenes, la defensa de la vida. Nadie queda excluido de nuestro amor porque, con la Encarnación, Cristo se ha unido a cada ser humano. El adviento nos llama a vivir un amor activo y concreto. (Cfr. Carta pastoral Adviento 2003 José Sánchez)
Texto Bíblico: Lc 1, 26-38
«Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven prometida a un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo: «Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo.» Al oír estas palabras, ella se turbó y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin.»
María dijo al ángel: « ¿Cómo será esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible.» María dijo: «Aquí está la esclava del Señor, que me suceda según dices.» Y el ángel la dejó».
Comentario
El relato sigue el esquema de los relatos de vocación del A.T., con notas de originalidad: el nacimiento del Hijo y la relación del niño con Dios por medio del Espíritu.
Destacamos el papel que desempeña cada personaje:
1) DIOS es quien actúa. Es la fuerza liberadora que dirige la historia de Israel y que actúa de forma decisiva en María: Habla a través del ángel, actúa creadoramente por medio de su Espíritu y se actualiza en el "Hijo".
2) MARÍA es la expresión de la humanidad abierta al misterio de Dios que concretiza la esperanza de Israel. Pero, al mismo tiempo, María es el ser humano enriquecido por Dios: "el Señor está contigo".
3) EL ESPÍRITU DE DIOS: es la fuerza de Dios que conduce a los hombres hacia Cristo y que se adueña de María convirtiéndola en madre del Señor.
4) JESÚS es el fruto del adviento de la historia, que culmina en María. Pero procede de la fuerza de Dios, brota del Espíritu. Por ser hombre entre los hombres les ofrece el reino. Por ser Dios les ofrece la salvación definitiva.
5) LA SALVACIÓN. El relato se ordena hacia una meta: la salvación de la humanidad. María espera, escucha la palabra de Dios y colabora.
Pasos para la lectio divina
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
Oración por las vocaciones “Amor de Dios”
Padre bueno, Jesús nos dijo:
”La mies es mucha y los obreros pocos,
Rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”.
Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”.
Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad, te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor.
Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
María en el Adviento
María es la figura privilegiada del adviento, signo de la presencia de Dios entre los hombres. Más que Juan Bautista, más que todos los profetas, ella es la humanidad que simplemente ama y espera, la humanidad que acepta a Dios, admite su Palabra y se convierte en instrumento de su obra. “Así, los fieles que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen Madre esperó al Hijo, se sentirán animados a tomarla como modelo y a prepararse, vigilantes en la oración y... jubilosos en la alabanza para salir al encuentro del Salvador que viene.” (MC 4).
«¡Oh abismo de bondad y de misericordia! ¡Oh santa y profunda humildad de María que la lleva hasta ser Madre de Dios! Sí, San Bernardo mismo lo dice: “María concibió al Verbo por su humildad”. Es decir, que la humildad fue la causa de oír la Santísima Virgen aquella salutación del ángel: “Ave María, gratia plena. Dios te salve, María, llena estás de gracia, el Señor es contigo”. No puede decirse nada más en su elogio. Con María está el Padre, Señor de todas las cosas; con ella está el Hijo, Señor de todo lo creado, y a quien concibió en su vientre. Y con María está el Espíritu Santo, Señor, igual que el Padre y el Hijo, por cuya virtud la Virgen es Madre» (Jerónimo Usera).
«Considerad el grandísimo amor de Dios, pues para salvar al hombre escogió lo que más le humillaba. Para comunicarnos su grandeza, Dios se humilla hasta nosotros» (J. Usera).
HERMANAS DEL AMOR DE DIOS
Casa General
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Tel. 34 913001746 / 34 917160393
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-Dinámica de oración por las vocaciones “Amor de Dios”