Ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo, como salvador de todos los hombres y fuente de esperanza para nuestra vida…. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga.
A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial. A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!».
Pidámosle al Señor que, atraídos por la belleza de su amor, vivamos siempre fielmente como discípulos suyos. (Vigilia de oración del Papa Benedicto XVI en Cuatro Vientos, 20 de agosto de 2011)
ORACIÓN DESDE LA PALABRA DE DIOS
- Texto Bíblico: I Tes 4, 1-10
“1Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el nombre del Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante. 2Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. 3Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, 4que cada uno de vosotros trate su cuerpo con santidad y respeto, 5no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. 6Y que en este asunto nadie pase por encima de su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y os aseguramos.7Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino santa. 8Por tanto, quien esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
9Acerca del amor fraterno, no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros; 10y así lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia. Sin embargo, os exhortamos hermanos, a seguir progresando”.
Pasos para la Lectio divina:
1. Lectura y comprensión del texto: Nos lleva a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido ¿Qué dice el texto bíblico en sí? ¿Qué dice la Palabra?
2. Meditación: Sentido del texto hoy para mí ¿Qué me dice, qué nos dice hoy el Señor a través de este texto bíblico? Dejo que el texto ilumine mi vida, la vida de la comunidad o de mi familia, la vida de la Iglesia en este momento.
3. Oración: Orar el texto supone otra pregunta: ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a su Palabra? El corazón se abre a la alabanza de Dios, a la gratitud, implora y pide su ayuda, se abre a la conversión y al perdón, etc.
4. Contemplación, compromiso: El corazón se centra en Dios. Con su misma mirada contemplo y juzgo mi propia vida y la realidad y me pregunto: ¿Quién eres, Señor? ¿Qué quieres que haga?
Comentario:
El texto pertenece a la segunda parte de la carta, donde Pablo exhorta, ruega, instruye, consuela y anima a la comunidad. El Apóstol da consignas apostólicas, directrices fundamentales para la vida cristiana en la comunidad y fuera de ella y propone la tradición cristiana en nombre de Cristo. Es importante colocarse sobre este cimiento apostólico, evitando apoyarse en cualquier otra base. San Pablo expone la forma cristiana de vida, válida para la comunidad de Tesalónica y para las comunidades y los cristianos de todos los tiempos. Podríamos definirlo como un programa genérico de vida espiritual o conducta cristiana que gira en torno a dos principios. Un principio es el “progreso”: agradar a Dios nunca es un hecho concluido. El otro es la “santificación”, sustantivo de acción. Aunque los cristianos ya son santos, es decir consagrados por el bautismo, su santificación debe continuar por la acción del Espíritu.
Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación
Se trata de la santificación que Dios pedía ya en el Antiguo T.: «Yo soy el Señor, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo» (Lev 11,44). En la nueva alianza, la santificación ya no consiste en ofrecer sacrificios, cumplir la ley o las tradiciones; lo que se pide ahora es una vida santa. Esta vida santa procede de Dios (5,23); es obra de Cristo (3,12s), es obra del Espíritu Santo en nosotros (4,8) y constituye, por tanto, nuestra primera y fundamental tarea: Tarea a la que hemos sido llamados (4,7). Nuestra vida tiene un claro y único objetivo: agradar a Dios, (4,2), vivir conforme a su voluntad, en escucha y obediencia permanente y total. Frente a este objetivo todos los demás son relativos o incluso pueden ser absurdos. Vivir conforme al querer de Dios nos llevará a descubrir a los demás como hermanos, a realizarnos como personas auténticas y a experimentar la verdadera alegría.
… Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros.
“Ha llegado el tiempo en el que nadie necesita enseñar a los demás, porque todos conocen a Dios, desde el más pequeño hasta el más grande” (Jer 31,34). Ahora todos son «discípulos del Señor». Dios enseña interiormente, derramando el Amor, su Espíritu, en el corazón de cada uno. El amor tiende a amar. Dónde Dios mismo enseña a los hombres qué es el amor, éstos se convierten automáticamente en «hermanos». «Porque uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos» (Mt 23,8). Allí donde ha llegado el amor de Dios, surge una nueva comunión fraterna, regida por el amor. El amor da firmeza a los corazones y los hace limpios y santos.
Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación
Se trata de la santificación que Dios pedía ya en el Antiguo T.: «Yo soy el Señor, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo» (Lev 11,44). En la nueva alianza, la santificación ya no consiste en ofrecer sacrificios, cumplir la ley o las tradiciones; lo que se pide ahora es una vida santa. Esta vida santa procede de Dios (5,23); es obra de Cristo (3,12s), es obra del Espíritu Santo en nosotros (4,8) y constituye, por tanto, nuestra primera y fundamental tarea: Tarea a la que hemos sido llamados (4,7). Nuestra vida tiene un claro y único objetivo: agradar a Dios, (4,2), vivir conforme a su voluntad, en escucha y obediencia permanente y total. Frente a este objetivo todos los demás son relativos o incluso pueden ser absurdos. Vivir conforme al querer de Dios nos llevará a descubrir a los demás como hermanos, a realizarnos como personas auténticas y a experimentar la verdadera alegría.
… Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros.
“Ha llegado el tiempo en el que nadie necesita enseñar a los demás, porque todos conocen a Dios, desde el más pequeño hasta el más grande” (Jer 31,34). Ahora todos son «discípulos del Señor». Dios enseña interiormente, derramando el Amor, su Espíritu, en el corazón de cada uno. El amor tiende a amar. Dónde Dios mismo enseña a los hombres qué es el amor, éstos se convierten automáticamente en «hermanos». «Porque uno solo es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos» (Mt 23,8). Allí donde ha llegado el amor de Dios, surge una nueva comunión fraterna, regida por el amor. El amor da firmeza a los corazones y los hace limpios y santos.
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES “AMOR DE DIOS”
Padre bueno, Jesús nos dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Dueño de la mies para que envíe obreros a sus campos”. Y además afirmó: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá”.
Confiados en esta palabra de Jesús y en tu bondad, te pedimos vocaciones para la Iglesia y para la Familia “Amor de Dios”, que se entreguen a la construcción del Reino desde la civilización del amor.
Santa María, Virgen Inmaculada, protege con tu maternal intercesión a las familias y a las comunidades cristianas para que animen la vida de los niños y ayuden a los jóvenes a responder con generosidad a la llamada de Jesús, para manifestar el amor gratuito de Dios a los hombres. Amén.
NOTICIAS VOCACIONALES "AMOR de DIOS"
El día 12 de noviembre de 2011 emitirán su profesión perpetua en Brasil las Hnas. Jaíris Sampaio da Costa y Cléa Maria Silva Luz.
“No podía obrar el mal el que era la misma inocencia, y sin embargo no satisfecho de ser justo por esencia, quiso igualmente obrar el bien para nuestra edificación y ejemplo. Aquel le honra más, quien mejor procura imitarle caminando siempre a la perfección”. (J. Usera)